La trayectoria poética de Juan Carlos Mestre se forja en diversas geografías cuyos contextos influyen de manera determinante en su pensamiento poético: la visión melancólica y trágica de Villafranca del Bierzo, su ciudad natal; la agitada Barcelona de los movimientos antifranquistas, donde realizó sus estudios universitarios; el ambiente chileno, entre utopía y desgracia, durante los últimos años de la dictadura de Augusto Pinochet; el Madrid de finales de los años ochenta, recién inserido en la democracia; la Roma contemporánea vista por el poeta como símbolo de los discursos dominantes; y, finalmente, el Madrid actual, marcado por la crisis económica y el surgimiento de nuevos movimientos sociales. Estas experiencias modelan una vocación renovadora y desacralizadora, portadora de una conciencia poética donde confluyen diversas tradiciones: el romanticismo, el surrealismo y los movimientos de ruptura de la segunda mitad del siglo XX. La poética de Juan Carlos Mestre se articula no solo por la experiencia objetiva, sino también por una indagación en los campos de la memoria, en las zonas vedadas por las interdicciones, en los márgenes de la razón, todo ello con una voluntad delirante que se explicita en una expresión desbordada, empeñada en restituir, por medio de la imaginación y los sueños, el lugar preponderante de la palabra en el mundo.