En esta tesis miro a la Naturaleza como otra dimensión sobre la que incide la colonialidad. Para ello propongo dos movimientos teóricos. El primero es profundizar la noción de colonialidad de la Naturaleza, entendiendo que incluso en un movimiento crítico como el pensamiento decolonial, la Naturaleza se coloca al margen, siendo necesario, por tanto, reposicionarla y comprender cómo la colonialidad la afecta. El segundo es presentar el Contrato Ambiental, inspirado principalmente en el Contrato Racial de Charles Mills, como un contrato subversivo que resalta cómo la subyugación de la Naturaleza es relevante para el dominio social, político y epistemológico colonial. Ambos movimientos se relacionan con la disciplina de las Relaciones Internacionales, posicionando este texto como una propuesta para pensar lo internacional. Para este análisis, las metodologías elegidas son la interseccionalidad, precisamente porque permite analizar la incidencia de las jerarquías en más de una dimensión de la vida humana y no humana, y la cartografía, que permite que la investigación se vea afectada por el campo y que el camino también sea rastreado mientras camina. Finalmente, parto del conocimiento cultivado sobre la crisis climática con la intención de proponer una ruptura con la hegemonía de la organización social, política y productiva centrada en el Estado, el capitalismo y la colonialidad-modernidad, sin creer, sin embargo, en un retorno al pasado y sin romantizar formas de organización no modernas, teniendo al movimiento campesino de lucha por la tierra, especialmente al Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST), y a su contraparte internacional, La Vía Campesina, como prácticas decoloniales e interseccionales de transformación social, política y epistemológica, así como de transformación de las relaciones entre los humanos y la Naturaleza y entre los grupos humanos.